Asimetría territorial: ¿apocalipsis?
- Andreu Bermell (@Andreu_B_L)
- 15 ene 2018
- 2 Min. de lectura

Parece ser que la cuestión de Catalunya abrió el melón de la reforma territorial y de la necesidad de organizar el poder territorial de forma diferente. Sin embargo, también ha sido una muestra de la necesidad de solucionar este problema político, el 18 de noviembre se celebró en Valencia una manifestación bajo el lema Per un finançament just reclamando una reforma del sistema de financiación de las comunidades autónomas, organizada por la Generalitat Valenciana y considerada una de las mayores manifestaciones desde la del estatuto en la Transición. Asimismo, la presidenta de Baleares, Francina Armengol, también reclamó la necesidad de reformar la financiación de la comunidad en el discurso de fin de año.

El melón ya está abierto, pero ¿qué se puede hacer al respecto? Una de las soluciones podría ser reestructurar las competencias para conceder aquellas que cada territorio considere que debería gestionar, esto significaría unas autonomías asimétricas. Más o menos, como sucede con el País Vasco y Navarra con el régimen foral respecto a la financiación, aunque han surgido voces de que esto es tratar de forma desigual a los ciudadanos, yo no lo veo así, ya que realmente a todos les damos la oportunidad de opinar de qué cosas se quieren hacer cargo mediante los gobiernos autonómicos.
Este tipo de reparto de poder en el territorio está presente en países como Canadá, donde el territorio de Quebec tiene más competencias que otras provincias (aquí comunidad autónoma) o como en Reino Unido, el autogobierno de Gales, Escocia o Irlanda del Norte existe sin ningún problema frente a que en zonas como Yorkshire donde el movimiento que reclama una cierta autonomía no tiene éxito.
No obstante, para aplicar este tipo de política territorial hace falta una gran madurez política, cosa que pienso que no está muy desarrollada actualmente en España. Parece ser que cualquier reclamo de una comunidad debe hacerse extensivo a otras comunidades cuando realmente no hay un respaldo social en estos territorios. Es decir, se sigue el pensamiento de que si lo tiene el vecino, yo también lo quiero, aunque realmente no sea de provecho para mí.
En resumen, para mí sería perfecta una asimetría territorial aplicada con responsabilidad y madurez política y siguiendo aquello que los ciudadanos consideren y apoyen.
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