Islandia, una democracia en tierra de nadie
- Andreu Bermell
- 4 dic 2017
- 3 Min. de lectura

Islandia, una isla que culturalmente es europea pero físicamente podría considerarse como norteamericana, está considerada como una de las democracias más avanzadas y plenas del mundo. Sin embargo, esto no significa necesariamente estabilidad política, es que en menos de un año se han celebrado dos elecciones parlamentarias.
A finales de 2016, el escándalo de los Papeles de Panamá salpicó al entonces Primer Ministro, Sigmundur Davíð Gunnlaugsson, y una oleada de ciudadanos salieron a la calle pidiendo la dimisión del gobierno y la convocatoria de elecciones. Así, el Presidente convocó elecciones, un año antes de acabar la legislatura, y el gobierno de coalición entre el Partido de la Independencia, que lleva ganando desde la independencia de Islandia el 1944, i el Partido Progresista llegó a su fin.
Las nuevas elecciones significaron una bajada importante para el partido del que era ya exprimer ministro, el Partido Progresista, y para la Alianza Social Demócrata. Por el contrario, el Partido Pirata consiguió situarse tercero, detrás del Movimiento Rojo-Verde y del Partido de la Independencia, además de que el nuevo Partido de la Reforma conseguía un 10% de los votos.
En esta situación, se formó un tripartito entre el ganador Partido de la Independencia, el partido Futuro Brillante y el Partido de la Reforma. Los tres cercanos ideológicamente, pero que igualmente supone un equilibrio de fuerzas importante.
Este gobierno tenía que durar hasta el 2021, pero una crisis de gobierno emergió después de agosto de este mismo año y se acabaron convocando nuevas elecciones. Esta crisis fue provocada porque el Primer Ministro escondió que había escrito una carta para que se procediera a restaurar el honor, proceso que significa que un condenado restaura algunos de sus derechos civiles, a un sentenciado por pedofilia el 2004 a petición de su padre. Pero ocultar este hecho generó tal gran desconfianza entre los partidos de la coalición gubernamental que Futuro Brillante decidió salirse y dejar al gobierno en minoría. El Presidente consideró que se tenían que volver a celebrar elecciones, y así se celebraron el 28 de octubre de 2017.

Los resultados nos dejan con que el partido más votado y el partido de la oposición no cambian significativamente. Pero encontramos que Futuro Brillante obtiene unos resultados desastrosos que lo dejan fuera del parlamento, Althing, mientras que los grandes ganadores son la Alianza Socialdemócrata y, un nuevo partido, el Partido del Centro. Este último algo peculiar ya que el candidato y fundador es el exprimer ministro que se vio forzado a dimitir por los Papeles de Panamá.
Actualmente nos encontramos que se están realizando negociaciones para formar gobierno, y las últimas noticias que más suenan son de un tripartito entre el Partido de la Independencia, el Partido Progresista y el Movimiento Rojo-Verde. Una coalición muy transversal que puede originar problemas en un futuro, pero que tampoco sería la primera vez que se da una coalición transversal en Islandia, ya que el Partido de la Independencia son liberal-conservadores, el Partido Progresista es un partido agrarista y el Movimiento Rojo-Verde son los ecosocialistas.
En conclusión, una de las cosas que puede que haga que Islandia se considere una democracia avanzada es la gran pluralidad que se muestra en el parlamento, es decir, que el parlamento es un reflejo real de la sociedad. No obstante, esta pluralidad puede generar que el funcionamiento del gobierno se entorpezca y que se tengan que celebrar elecciones cada poco tiempo.
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