Boris Briones: "Hay un abismo entre Frente Amplio y Podemos"
- Marcelo Desena (@marcelo_desena)
- 29 nov 2017
- 7 Min. de lectura

Boris Briones es Historiador chileno, Máster por la Universidad Complutense de Madrid y Doctorando Universidad de Cantabria y Sapienza Universitá di Roma. Con motivo de las recientes elecciones presidenciales y de cara a la segunda vuelta, Briones analiza el presente político de Chile.
¿Está agotado el modelo de grandes coaliciones políticas que gobierna Chile desde la transición democrática?
Eso es una certeza, lamentablemente desde el regreso de la democracia posterior a la dictadura cívico-militar en Chile, las diferentes coaliciones de centro izquierda e izquierda, no han logrado interpretar el sentimiento de las grandes mayorías y de este modo han perpetuado las injusticias que se impulsaron con el dictador Pinochet. Si bien el modelo de hoy es imperfecto, se ha tratado de avanzar en cambios, que son soluciones mínimas y no estructurales, lo que dificulta grandes avances.
El Frente Amplio surge como fuerza política producto de una coalición de movimientos políticos y sociales de izquierda, emerge del fermento social de las protestas estudiantiles y es conducido por docentes universitarios, cuestiona la orientación neoliberal de la economía y a los partidos tradicionales, propone reformas constitucionales, ¿es el Frente Amplio el Podemos chileno?
En cierta medida creo que muchos partidarios del Frente Amplio se sienten como Podemos, pero hay un abismo de distancia. Creer que el Frente Amplio nació de la calle, de las protestas, de las movilizaciones, es una ilusión. En definitiva son hijos de la antigua Concertación, son jóvenes que están cómodos con el sistema neoliberal, que quieren avanzar en propuestas, pero solo en la medida que eso no afecte sus privilegios. Está claro que Pablo Iglesias e Íñigo Errejón además de ser políticos, son intelectuales, ambos con grado de Doctor. En el Frente Amplio hay mucha gente adquirió el impulso político desde liderazgos estudiantiles, y se quedaron en eso, incluso donde sólo (se) beneficiaron unos pocos. Dicen ser aquellos que iniciaron un camino nuevo en Chile, pero hay otros que comenzaron mucho antes, incluso en los tiempos difíciles de la dictadura. En ningún caso son los pioneros.
El FA se define desde sus postulados como la “alternativa al duopolio conformado por la derecha y la Nueva Mayoría.” Como alternativa política a las opciones electorales tradicionales, si accede a apoyar a Alejandro Guillier en el balotaje ¿estaría transigiendo con sus postulados?
Ya muchos partidos que conforman el Frente Amplio han manifestado que no apoyarán a Guillier en segunda vuelta, otros como Revolución Democrática hablan de un plebiscito interno. Reitero, ellos hablan de ser esta alternativa al duopolio, utilizando el concepto de “duopolio” que fue acuñado con anterioridad por otros candidatos. Hay una recurrente en el FA que es querer apoderarse de cosas que han hecho otros, incluso suelen tomar banderas de luchas ajenas. Recientemente una Diputada electa del Frente Amplio aseguró ser la primera diputada ex presa política, lo que es falso, considerando que en los ´90 Fanny Pollarolo fue Diputada de la República. Así mismo la candidata presidencial, Beatriz Sánchez, dijo ser la primera candidata feminista en la historia de Chile, algo nuevamente falso. Atribuirse logros de otros es una constante en el FA, quizás tenga relación con el marketing político.

Recordemos el escenario político de las elecciones de 2009: Piñera obtiene un 44% y Frei un 29% en primera vuelta. Un joven candidato de la izquierda Marco Enríquez-Ominami, obtiene el 20% y queda fuera del balotaje, pero no apoya a la Concertación en la segunda vuelta, por lo tanto gana Piñera. Ese capital político podía haber facilitado la victoria de la Concertación, pero Enríquez-Ominami decide diferenciar su perfil con esa decisión y capitalizar ese 20% como un piso electoral para las próximas elecciones. En las elecciones de 2013 obtuvo el 11%, ahora en 2017 el 5%. ¿Puede pasarle el mismo efecto “desinfle” al Frente Amplio?
La diferencia es que en el caso de Marco, en el Partido Progresista él fue la única figura visible todos esos años de campaña, no había mayores liderazgos, en el FA se pueden ver distintas caras y cada vez hay nuevas vocerías, lo que facilita el recambio, que en política siempre es bien valorado por la ciudadanía. Otro punto que jugó en contra de Marco Enríquez-Ominami fueron sus vínculos con empresas brasileñas y con SQM en Chile, las cuales tuvieron un impacto mediático tremendo, que lo terminó dejando por el suelo, aunque hoy nada esté totalmente probado por la justicia.
El Partido Demócrata Cristiano fue un actor medular en la política chilena y logró emplazar tres presidentes en el siglo pasado: Eduardo Frei Montalva (1964); Patricio Aylwin (1990); Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994). En el siglo XXI ha perdido peso específico y se ha desdibujado hasta registrar en las pasadas elecciones un resultado marginal, ¿a qué se debe este deterioro?
Las personas han comenzado a darse cuenta que hoy la DC no responde a las necesidades políticas actuales, además fueron los que estando dentro de la Nueva Mayoría, jugaron contra la Presidenta Bachelet, retrasando reformas, principalmente por temas valóricos tales como Aborto y Matrimonio Igualitario. Esto es muy fuerte en un país donde Religión y Estado no se diferencian a pesar de haber una separación Constitucional en teoría, el fundamentalismo religioso en Chile, tanto del mundo protestante como católico, sufre un auge preocupante y se pudo ver con la campaña de Kast.
Otro punto importante es que hoy los archivos desclasificados de la CIA nos muestran que la DC recibió dineros de Estados Unidos para trabajar en sedición e impulsar el Golpe de Estado, así lo ha reiterado Peter Kornbluh en varias ocasiones. Recordemos que Patricio Aylwin apoyó el Golpe igual que muchos DC, su esperanza era que los militares les entregaran el poder a ellos. El deterioro de la Democracia Cristiana es responsabilidad de ellos mismos.
“Si (Pinochet) estuviera vivo votaría por mí” fue una resonante frase en campaña de José Antonio Kast, ¿cómo está conformado su ideario?
Kast defiende la dictadura y las ideologías totalitarias. Sus propuestas son contradictorias, se ha manifestado a favor de los chilenos y contrario a los inmigrantes, él y su familia son inmigrantes alemanes que llegaron a Chile posterior a la caída del Nazismo en la década del cincuenta. Es una situación un poco irrisoria. También dice defender la familia, se manifiesta contrario a las libertades e igualdades de la comunidad LGBTI y contrario al aborto. Temas que hoy son de Derechos Humanos en la mayoría de los países en el mundo, pero Kast siempre ha propuesto retrocesos más que avances. Durante los años de Diputado se ha preocupado de legislar Biblia en mano.
Hoy su votación se justifica por su discurso represivo, propone reprimir más a los pueblos originarios, militarizar ciertas zonas de Chile, responder con más violencia y criminalizar luchas sociales. Los votantes de Kast se pueden dividir en dos grupos, en primer lugar están los nostálgicos del dictador Pinochet, esa gente que manifiesta añoranza por las violaciones a los Derechos Humanos, las persecuciones políticas, las torturas y en definitiva todo lo relacionado con los tiempos más oscuros de Chile. En segundo lugar, están los fundamentalistas religiosos, católicos y evangélicos, que pretenden que Chile se convierta en un país confesional, con un Estado que incluya más la Biblia y persiga a las minorías sexuales ante la posibilidad de que caiga un diluvio en el país o que esto se convierta en Sodoma y/o Gomorra.
¿Qué rupturas y permanencias ves en la actual política chilena?
Sin duda la centro izquierda aparece con el FA y eso hay que reconocerlo. La problemática radica en que el FA pueda comenzar a utilizar prácticas de la vieja Concertación. Hoy la izquierda más dura, esa de los tiempos de Allende existe solo en los recuerdos, en cierta medida las campañas de desprestigio del gobierno de la Unidad Popular ha dado sus frutos en Chile, porque mientras Salvador Allende sigue siendo reconocido en el extranjero, en Chile todavía no somos capaces de reconocer el ideario político y social de su Gobierno.
En la actualidad mientras se espera la segunda vuelta, han retornado al país las campañas del terror, donde se indica que si Piñera no gana, el país se convertirá automáticamente en Venezuela o Cuba, incluso tarotistas lo han indicado así. Son cosas que se han dicho siempre, es evidente que hay grupos que se oponen a los procesos sociales, a los cambios estructurales de fondo en el país. Lo que ha quedado claro en esta última elección es la ruptura interna de la DC y la renovación política en la Cámara de Diputados, con un sistema proporcional que llevó al parlamento candidatos que obtuvieron alrededor de tres mil votos.
Un nuevo sistema representativo que veremos si realmente representa a alguien, porque ha llegado gente ligada a los medios de comunicación y la farándula, esto habla de lo que hoy nos pasa como país. La gente confía más en una persona que habla mal de otros famosos en televisión, antes que en personas que han dedicado su vida al servicio público o a la política y sus derivaciones. Esto porque sigue inmerso en Chile el ideario de que los políticos deben asistir a los ciudadanos con ayudas concretas, premios para bingos, camisetas para los equipos de fútbol de las poblaciones, canastas familiares para los más vulnerables, etc. La gente todavía no se da cuenta del poder de su voto en los cambios estructurales, como una nueva Constitución.
¿Por qué Chile es el país del continente con menos participación electoral?
Hay variadas posturas al respecto, desde el año 2012 en Chile opera el sistema de inscripción automática y voto voluntario, lo que viene a reducir el padrón de votantes, principalmente porque la gente tiene una idea errónea de lo que es la política y esto provoca un descontento generalizado. En la calle he escuchado un sinnúmero de veces la frase, “¿para qué ir a votar si salga quien salga vamos a tener que trabajar igual?” Ese es nuestro país, donde aquellos que no votan, representan un sector mayoritario de la población que no quiere moverse de su casa para cuestión alguna, mucho menos un domingo para sufragar.
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