Si yo fuera Netflix
- Adrià Huertas Vidal (@adriahuertas19)
- 10 nov 2017
- 3 Min. de lectura

Ahora que la película ‘El Procés’ está acabando, que el final de largometraje será una rarísima campaña electoral que culminará en unas elecciones, de nuevo, históricas, las incógnitas sobre si dicho final dejará abierta una posible secuela están en todos los foros.
Hemos vivido una narrativa, en su conjunto, de las mejores que se han podido ver en la gran pantalla. Incluso diría que en dos meses hemos vivido una realidad que ni las mismísimas series políticas americanas hubieran podido plasmar en un guion. Ha habido de todo: personajes de lo más variopintos -incluyendo el ‘cameo’ de Piolin y los Lunny Tunes-, alianzas inimaginables para afrontar la batalla -desde Sánchez, Rajoy y Rivera hasta Puigdemont, Junqueras y Anna Gabriel-. Momentos clímax en los plenos del Parlament y una dura batalla en el referéndum del 1 de octubre que marca el inicio del desenlace. Encarcelamientos, mártires, manifestaciones multitudinarias, velas y claveles.
Si yo fuera Netflix sin duda me plantearía hacer una serie sobre el ‘procés’. Eso si, le añadiría más cosas. En esa superproducción de la pequeña pantalla me gustaría ver escenas que no se han dado en la realidad.

Por un bando, me gustaría ver a la ejecutiva del PP admitiendo que la recogida de firmas contra el Estatuto de Autonomía fue el primer referéndum ilegal. Me gustaría haber visto a Rajoy admitiendo que la actuación de la Policía Nacional el 1-O fue desproporcionada. Me gustaría haber oído las disculpas del entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, por haber utilizado a la policía para investigar los trapos sucios de los líderes del soberanismo. Me gustaría ver al unionismo reconocer que no todos los independentistas son radicales y que el proceso independentista no es un movimiento para tapar la corrupción de Convergència.
Me gustaría que pidieran perdón por acusar a la educación catalana de adoctrinamiento mientras que fue el ministro de Educación de entonces, José Ignacio Wert, quien dijo que había que “españolizar a los alumnos catalanes”. Me gustaría ver al unionismo reconocer que encargar a la jueza Carmen Lamela, reprobada en el Congreso de los Diputados y salvada por la mayoría del PP, para juzgar a los líderes independentistas es cuanto menos dudoso a nivel de independencia judicial. Me gustaría ver a Pablo Casado pedir perdón por su lengua bífida que no hace más que incendiar la situación. Me gustaría ver al fiscal general del Estado y a Lamela admitir que encarcelar a los ‘Jordis’ y a ocho miembros del gobierno catalán es una interpretación desmesurada de la ley y que lo hacen porque son independentistas y punto.
En el otro bando, me gustaría haber visto a Junts pel Sí reconocer que perdieron el plebiscito del 27-S. Me gustaría que Artur Mas no se hubiera tenido que esconder como número cuatro en la lista electoral. Me gustaría haber visto a la CUP pidiendo perdón por hacer un cartel en el que señalaban a los alcaldes que no querían participar en el 1-O. Me gustaría ver a la expresidenta del Parlament, Carmen Forcadell, admitir que los trámites parlamentarios por los que se aprobó la ley del referéndum y la ley de transitoriedad jurídica no fueron un ejemplo de democracia. Me gustaría haber visto una comparecencia del gobierno catalán pidiendo perdón por haber engañado a sus votantes con una DUI “simbólica” que mucho creyeron como la definitiva para conseguir la República Catalana.
Quisiera ver a los líderes independentistas admitir que no calcularon bien lo represivo que puede llegar a ser el gobierno español y lo pasiva que iba a ser Europa ante tal represión. Que admitan que han ido dando palos de ciego, que no sabían cómo acabarlo todo. Me gustaría haber visto a Puigdemont convocar elecciones sin dejarse llevar por lo que se decía en Twitter. Me gustaría escucharlo admitir que la DUI solo ha llevado a Catalunya a unas elecciones convocadas por el gobierno español y que además ha servido como excusa para que se encarcele a los que se iban a presentar en ellas. Me gustaría haber visto a Puigdemont decir que no era el momento de declarar la independencia, que a veces una retirada a tiempo es una victoria.
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