La resaca de la DUI suspendida y el artículo 155
- Anna Norte (@annanorte)
- 13 oct 2017
- 3 Min. de lectura

La decisión que tomó el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de plantear una declaración unilateral de independencia para, seguidamente, suspenderla como manera de apostar del diálogo y la mediación no acabó de convencer a los miles de ciudadanos que tanto desde las calles como desde sus casas esperaban la proclamación de los resultados obtenidos en las urnas el pasado 1 de octubre.
El Passeig Lluis Companys pasó de la euforia a la decepción en menos de doce segundos. Las discrepancias con la CUP una hora antes de empezar, y los rumores de contactos internacionales desde Bruselas ya presagiaban que iba a ser una tarde movida en el Parlament.
Los socios de Junts Pel Sí esperaban una declaración formal de independencia, sin concesiones. Tras el discurso de Puigdemont en el pleno y para compensar el enfado de la CUP acordaron firmar una declaración de independencia firmada por todos los diputados como muestra de compromiso y de que la independencia de Catalunya se realizará, como está establecido en el programa electoral.
El presidente de la Generalitat quiso ser consecuente en su discurso a los resultados de la votación del 1 de octubre. Trasladar al hemiciclo no sólo su orgullo por los más de dos millones que lograron votar entre cargas policiales, si no también lanzar, un mensaje de serenidad.
Puigdemont argumentó a la CUP el mensaje de que la presión internacional recomendaba evitar la proclamación de la república y ofrecer diálogo a Madrid antes de declarar la independencia, hecho que, a primera vista, parecieron no estar de acuerdo.
Los líderes de la ANC y de Òmnium Cultural, ayudaron a asimilar el desconcierto y la decepción, repitiendo en redes sociales que es una decisión responsable la que había tomado el presidente. “Entendemos que los próximos días serán determinantes, nadie que votara el 1-O puede sentirse decepcionado”. Pero unos días más tarde, el presidente de la ANC, Jordi Sánchez, instó al Govern a “levantar la suspensión de la declaración de independencia”.
Desde el gobierno catalán se prevé que la comparecencia de Puigdemont fue un acto premeditado y estudio al milímetro. La intención del independentismo era provocar que Rajoy tuviese la pelota en su tejado, para de ese modo poder articular una estrategia que hiciese inevitable la ruptura.
Según el portavoz de la Generalitat de Catalunya, Jordi Turull, la propuesta de suspensión de la declaración de independencia de Puigdemont no hace renunciar a nada, pero quieren sentarse a dialogar con el Estado español y por eso han acordado un tiempo muerto. Consideró que se verá internacionalmente si hay voluntad de acuerdo por parte del ejecutivo de Rajoy. “Si aplican el 155 quiere decir que no quieren dialogar y quedará claro que hemos de ser consecuentes con nuestros compromisos”.
Actualmente está en manos de la Moncloa el aplicar o no el artículo 155, pero sabiendo que no hay ningún efecto legal derivado de esa declaración independentista. Rajoy le dio cinco días a Puigdemont para aclarar si había declarado la independencia o no. El sí o el silencio administrativo activarían la segunda fase de esa notificación y tendría hasta tres días más, para volver a la legalidad. En caso de que no lo hiciera, Rajoy le ha advertido de que pondría en marcha el artículo 155 de la Constitución.
El lider de Podemos, Pablo Iglesias, destacó la sensatez de Puigdemont y pidió a Rajoy que no aplique el artículo 155, mientras el su homólog de Ciudadanos, Albert Rivera, cree que fue un chantaje diferir la declaración de independencia y sigue exigiendo a Rajoy aplicar el 155. El PSOE, en cambio acusa a Puigdemont de "abusar" de la buena fe de quienes apuestan por el diálogo.
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