El Papa Francisco y la reconversión de las FARC
- Marcelo Desena (@marcelo_desena)
- 14 sept 2017
- 3 Min. de lectura

La llegada del Papa Francisco a Colombia no sólo se enmarca en un viaje de reafirmación de la fe católica a uno de los diez países más católicos del mundo. El viaje papal comporta un claro signo político: el respaldo al proceso de paz.
Desde su arribo, el Papa realizó múltiples gestos en tal sentido. Pronunció en un discurso en Bogotá que cumpliría “un itinerario de paz y reconciliación” en su visita a Colombia. En su recorrido, llamó al perdón, la unidad, la justicia y a reivindicar a los marginados. En cuatro alocuciones diferentes —de manera explícita o implícita— se refirió a la paz que está buscando Colombia, llamó al perdón, a dejar atrás la venganza y a reconciliarse.
El principal líder de las FARC Rodrigo Londoño, “Timochenko”, recogió el guante y respondió mediante una misiva al gesto papal: “Sus reiteradas exposiciones acerca de la misericordia infinita de Dios me mueven a suplicar su perdón por cualquier lágrima o dolor que hayamos ocasionado al pueblo de Colombia”. Londoño agregó que las FARC, convertidas en partido político tras deponer las armas, han "declinado cualquier manifestación de odio y de violencia".
El proceso de reconversión de las FARC: cambios y pervivencias.
De los acuerdos de paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC —que pusieron fin a un conflicto armado de más de 50 años— surge como un punto cardinal, la participación política de los exguerrilleros. Luego de la firma del acuerdo de paz en noviembre de 2016, las FARC y sus líderes no tendrían ningún impedimento para participar en política. De esta forma, se inició conjuntamente con el desarme, un paulatino proceso para la reconversión de las FARC en una organización política dentro del sistema de partidos.
Es por ello, que este 1 de septiembre las FARC oficializaron la fundación del nuevo partido: las FARC. Si, así es, las FARC se seguirán llamando FARC. Las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia, una de las guerrillas más antiguas del mundo, se insertará en el sistema de partidos de la democracia colombiana como Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. La organización ha votado en su congreso fundacional celebrado en Bogotá, mantener sus siglas y presentarse ante los electores colombianos con el símbolo de una rosa roja.
Sin dudas FARC es más que un acrónimo, es un vocablo que comporta un significado cargado de sentido. Durante más de 50 años esta organización política y social armada, ejerció imperium sobre los territorios que ocupó. Además de ser un ejército movilizado; la guerrilla dirimió conflictos de tierras, aplicó justicia—incluida la pena de muerte—, dio seguridad a pobladores, reguló precios de artículos de primera necesidad, llevó adelante campañas de alfabetización y salud, aplicó impuestos, etc.
En fin, todo lo que correspondería hacer a un Estado. Pero en Colombia, en los territorios en disputa, durante medio siglo el Estado nacional repartió su imperium con grupos paramilitares, de autodefensa y las FARC. La fragmentación política y territorial, se acompañó de un proceso de acumulación de poder por parte de las organizaciones paraestatales. Proceso que las nuevas FARC quieren capitalizar en esta etapa democrática.
Asimismo, uno de los grandes retos que propone el posconflicto en Colombia para las FARC es la disociación total con la criminalidad organizada. En la clandestinidad, la organización realizaba diversos negocios ilegales (coca y cocaína, minería ilegal y extorsión). De la ruptura con esta estructura ilegal depende el éxito pleno del proceso de inserción de las FARC al sistema de partidos, y en última instancia de un proceso de paz duradera.
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