Brexit, ¿y ahora qué?
- José Ignacio Villar (@villarromeroig)
- 13 sept 2017
- 4 Min. de lectura

El 23 de junio de 2016, Reino Unido decidió por referéndum abandonar la Unión Europea. Tras la decisión de los británicos, la opinión pública se dividió en dos posturas acerca de cómo abordar el proyecto de desconexión: la vía “dura” (férrea y exigente en las negociaciones con los organismos europeos) y la vía “blanda o light” (más conciliadora e integradora con las autoridades de Bruselas).
A día de hoy, los partidarios de la vía más rígida parecen haberse desinflado. El “strong Brexit” podría estar a las puertas de un fracaso tras la ausencia de resultados positivos después de que se aprobase la propuesta de salida. El partido que impulsó durante años el euroescepticismo, el UKIP de Nigel Farage, ha sufrido una crisis vertebral que le deja casi fuera del espectro político. Por otro lado, los Tories (miembros del Partido Conservador) que defendieron salir de la UE, comienzan a acercarse a los postulados del “weak Brexit”. Boris Johnson, ministro de Exteriores conservador y fiel partidario de salir del grupo, admitió hace dos semanas que Reino Unido debería pagar por abandonar la Unión, afirmación que empieza a desvelar los primeros pasos atrás que están tomando los que fueron puros rupturistas.
Aun así, el parlamento británico aprobó ayer la ley de la Gran Derogación, un texto que supondrá la desconexión de todas las leyes comunes con la UE. El proyecto de los conservadores ha salido adelante gracias al apoyo de los nacionalistas de Irlanda del Norte y de siete diputados laboristas que han roto con la disciplina de voto, por lo que se evidencia una fragmentación entre los progresistas ingleses. Esta ley puede suponer un cimiento en el que apoyarse para la Primera Ministra, ya que en los últimos meses no todo ha ido como esperaba.
Las negociaciones de salida evidencian una fractura de la que Liam Fox, ministro de comercio internacional, acusa a la UE de estar utilizando para chantajear al gobierno de Downing Street. Y es que las posturas están menos claras que nunca. El ejecutivo de Theresa May, que salió victorioso de las elecciones generales de junio por los pelos pactando con los nacionalistas de Irlanda del Norte (cómo vemos, llave en el parlamento), cede poco a poco en sus exigencias a Bruselas. Los partidarios del Brexit, que creían que su victoria iba a acaparar toda la atención mediática hasta su salida final, ven como Europa ha adoptado también una posición firme, y fija como preferencia la lucha antiterrorista por delante de todo lo demás. Asimismo, los medios de los países de la Unión permanecen más atentos al duelo Merkel-Schulz de las elecciones alemanas, o a los nuevos cambios políticos en Francia; la prensa ya ha dejado de considerar a los británicos como un país estructural en su entorno para tratarlos como un aliado más.
Y si bien los partidarios más duros han distendido sus planteamientos, los que en su día defendieron el “remain” (la permanencia en la UE) se están lanzando a proponer nuevas alternativas que relajarían la situación entre las partes negociadoras. Tony Blair, que ha sido el Premier británico más conocido (y controvertido) desde el comienzo de siglo, ha propuesto no abandonar la UE a cambio de que Reino Unido obtuviese mayores competencias en materia de inmigración y un menor control por parte del grupo. Esto contrasta con la política de fronteras abiertas que él mismo impulsó en sus legislaturas, a la que muchos han acusado de ser uno de los principales motivos de la victoria del Brexit.
Su propio partido, el Labour Party liderado ahora por un Jeremy Corbyn que está consiguiendo resucitar al centro-izquierda del país, ha cambiado su objetivo en los últimos meses. Los que en su día lucharon por permanecer, defienden ahora una salida de la unión política... pero no de la económica. Corbyn está en una posición en la que un paso mal dado puede costarle miles de votos. Y es que una parte considerable de los laboristas son euroescépticos, pues consideran a la UE como un proyecto neoliberal. Sin embargo, el líder laborista trata de compaginar sus apoyos tradicionales de la izquierda con el voto de los jóvenes anti-Brexit, un target urbano y a favor de la globalización con el que debe saber lidiar para ganar su apoyo, clave para desbancar a los conservadores.
¿Y Gibraltar?
Theresa May ha asegurado que estará involucrado en la salida del Brexit, a la par que Reino Unido se posicionará del lado de los gibraltareños. Por ahora, son anunciaciones que carecen de propuestas reales, ya que se desconoce que va a ocurrir con el Peñón. España busca proteger los intereses de los municipios del campo de Gibraltar, muy dependientes de su economía y negocios. Por otro lado, también desconocemos que postura final va a adoptar Rajoy de cara a las próximas negociaciones con la UE y Reino Unido, ¿se lanzará Moncloa a la campaña por la cosoberanía? El próximo viernes, Alfonso Dastis (ministro de Exteriores español) viajará a la Roca para dialogar y negociar con sus autoridades, por lo que tendremos probablemente nuevas noticias.
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