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La reforma laboral de Brasil y su impacto en la región

  • Marcelo Desena (@marcelo_desena)
  • 30 ago 2017
  • 3 Min. de lectura

En medio de la crisis política y social en la que se encuentra inmerso el país, el Senado brasileño aprobó en julio la reforma laboral de Michel Temer. Duramente afectado por los escándalos de corrupción, el actual presidente ha utilizado su diezmado capital político para sacar esta reforma adelante en el parlamento. Con 50 votos a favor y 26 en contra el Ejecutivo logró que su radical proyecto sea aprobado. Temer aspira con esta ley impulsar a Brasil luego de dos años de recesión económica.

La ley es considerada por actores políticos y sociales como regresiva, dado que transforma profundamente las reglas de contratación y empleo. De esta forma, encontró fuerte oposición gremial la cual se manifestó con tres paros generales en los últimos meses.

En cambio, el oficialismo presenta a la ley como un proceso de modernização trabalhista que dará competitividad al mercado brasileño, generando más empleos e insertando al país en el siglo XXI. Desde Planalto, la modernización laboral se muestra como una necesaria reestructuración de la Consolidación de las Leyes Laborales, conjunto de normas vigente desde el gobierno de Getulio Vargas en 1943.

¿Qué establece la polémica nueva ley?

1. Acuerdos de parte por encima de la ley. La nueva normativa establece que las convenciones y acuerdos colectivos en las empresas prevalecerán sobre las disposiciones legales. Los acuerdos entre privados serán más importantes que las convenciones colectivas.

2. Jornada de 12 horas. Se establece la posibilidad de una jornada de 12 horas de trabajo, con 36 horas ininterrumpidas de descanso.

3. Vacaciones. Las vacaciones se podrán dividir hasta en tres periodos.

4. Salario por hora. Se permitirá pagar salarios sobre una base horaria o diaria, pero ya no mensual.

5. Trabajo de embarazadas. Se admite que las embarazadas trabajen en ambientes no del todo saludables si presentan un certificado médico que acredite que no hay riesgo para la salud de la trabajadora o del feto.

6. Flexibilización de las condiciones de despido. El monto de las indemnizaciones no estará ligado por el salario del trabajador.

Estos son algunos de los polémicos 100 puntos que modifican la ley preexistente en materia laboral. El gigante sudamericano busca así reactivar su economía y atraer inversores en base a un atractivo mecanismo de flexibilización laboral. La ecuación se basa en menores costos laborales (salariales y no salariales) y una mayor flexibilidad en los vínculos entre empleado y empleador.

La búsqueda de una mejorara en la posición relativa del mercado laboral brasileño trajo hondas inquietudes en los países sudamericanos. Las diferencias de competitividad que generaría la puesta en marcha de esta ley preocupan a actores sociales y políticos de la región.

Desde Uruguay, los ministros Ernesto Murro (Trabajo), Carolina Cosse (Industria) y Nin Novoa (Relaciones Exteriores) criticaron la reforma laboral de Brasil. Murro alertó que “Lo planteado en Brasil, que probablemente entre en vigencia este año, es una pérdida de derechos muy importantes para los trabajadores”.

Asimismo, la central única de trabajadores uruguaya fustigó duramente el efecto “contagio” que promueve la nueva legislación laboral brasilera. Óscar Andrade, secretario general del Sindicato Único de la Construcción y Anexos (SUNCA), señaló que empresarios uruguayos “están encandilados” con la reforma brasileña.

Desde Argentina el ministro de trabajo Jorge Triaca señaló que “La reforma laboral brasilera no es un espejo para la reforma argentina”. Además, Triaca desmintió que el oficialismo tenga entre sus planes un proyecto de flexibilización laboral, pero el gobierno no descarta una reforma en su agenda a mediano plazo. Las próximas elecciones legislativas de octubre impiden una discusión de ese calado para el gobierno de Macri.

En tanto, las centrales sindicales argentinas se movilizan por el escenario de reformas análogas que se avecinan. Argentina tiene un poderoso sistema de organizaciones sindicales, conformado por 6.400 gremios con gran capacidad de movilización y una legislación laboral heredada —con variaciones y recortes— del peronismo. Estructura fuertemente criticada por el sector empresarial que anhela profundas desregulaciones y ve en las estructuras sindicales la fuente de todos sus males.

Justamente, la prédica empresarial se ha reiterado en varios países de la región, solicitando reformas análogas que promuevan la flexibilización y desregulación laboral. Los elogios a la reforma brasileña emanados desde las diferentes cámaras industriales y comerciales del continente, promueven la adopción de legislaciones similares que permitan el “aggiornamiento” de las relaciones laborales.

En este tenor, el proceso de modernização trabalhista encarado por el gobierno de Michel Temer encontró halagos por parte del vicepresidente de EEUU, Mike Pence. En reciente gira por la región, Pence señaló en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires que “A América Latina le está yendo bien porque los ciudadanos están eligiendo el mismo camino que le devolvió la prosperidad a nuestro país”, en clara alusión a los cambios de signo político que se suscitaron en parte del continente. Juntamente, saludó las “medidas audaces” que adoptan los líderes latinoamericanos para “construir nuevos caminos para la prosperidad y comercio”.

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