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Alerta islamófoba

  • Anna Norte (@annanorte)
  • 24 ago 2017
  • 3 Min. de lectura

Algunos aquí insisten en que Barcelona es una ciudad de unión, una celebración sin parar de la buena vida donde cualquier persona es bienvenida y todo vale. Pero luego vinieron los eventos casi predecibles pero incontrolables de la semana pasada. En un esquema que se parecía a los asaltos recientes en Bruselas y París, un grupo de jóvenes musulmanes marroquíes -integrados en Cataluña- protagonizaron el ataque más letal de España en más de una década. El Estado Islámico acabó reclamando la responsabilidad de sus acciones.

De repente, Barcelona -y toda Cataluña- está siendo sometida a una prueba que ha enfrentado no sólo París y Bruselas, sino también Niza, Berlín, Londres y Estocolmo en los últimos años. Está en juego el lugar de la comunidad musulmana de la región, la más grande de España.

Asumir la facilidad con la que se pueden cometer atentados terroristas como el de las Ramblas no debe desviar nuestra atención de la complicación de un fenómeno en el cual Occidente tiene mucho que decir. Es necesario ser conscientes de la responsabilidad de acciones emprendidas desde nuestro gobierno como, armar y financiar la guerra de Afganistán, invadir Irak y “facilitar” el resurgimiento de “Al Qaeda”.

Lo fácil sería vengar esos actos, con acciones como las que se han vivido la última semana en mezquitas, como por ejemplo en Montblanc o Madrid. Debemos reeducarnos como sociedad plural y no dejar de integrar a las personas musulmanas, que practican el islam, pero rechazan el terrorismo. La Islamofobia es originariamente practicada de forma activa por grupos de ultraderecha, pero cada vez más se expande entresociedades.

Quizá la cuestión que mejor ilustra el problema de comparar la crítica de aspectos del islam con la xenofobia antimusulmana sea la violencia yihadista. Airear el fantasma de la islamofobia permite salvar de la crítica al fracasado multiculturalismo, y continuar en con el sentimiento de culpa de Occidente.

En la mayoría de los casos las personas son nacidas en el país donde atentan, pero que no se sentían identificadas con los valores y el funcionamiento social. Es por eso, que tenemos la obligación de no excluir, de convivir, de reeducar, pero sobre todo de integrar.

No debemos olvidar que los musulmanes son las primeras víctimas de dicha violencia. Numéricamente, dado que la inmensa mayoría de los ataques se producen en países de mayoría musulmana. Asimismo, puesto que la gran mayoría se empeña en ver al conjunto de los musulmanes como responsables colectivos del comportamiento de la minoría extremista.

Por su parte, la Comunidad Islámica española ya ha condenado los atentados terroristas en un comunicado en el que los define como violentos e inhumanos. Además, han recordado su total rechazo a todo tipo de acto terrorista y en particular aquellos “perpetrados injustificablemente en nombre del Islam y los musulmanes”.

Es necesario rechazar portadas como la de Charlie Hebdo que se llenan de odio antimusulmán y de incitación a la violencia, en nombre de la libertad de expresión. El #NoTenimPor debe interiorizarse colectivamente, hasta poder legitimarse para sancionar prácticas racistas. Ese será el verdadero parachoques al odio. No se debe caer en el fatalismo y lamentablemente debemos acostumbrarnos a ser golpeados cíclicamente por el terrorismo. Todos los esfuerzos deben darse con ayuda de los gobiernos, a nivel europeo; con un plan coordinado y una política estratégica común.

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