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Turquía un año después del golpe de Estado fallido

  • Adrià Huertas Vidal (@adriahuertas19)
  • 17 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

Durante la madrugada del 15 de julio muchos turcos tuvieron que defenderse de un golpe de Estado pensando que así evitaban caer en manos de un gobierno autoritario. Poco se imaginaban entonces que el fracaso de la insurrección traería posteriormente una serie de medidas autoritarias por parte del gobierno de Recep Tayyip Erdogan.

Apuntada y amenazada por un fusil, una periodista dio la noticia del golpe en antena poco antes de la media noche. Después, los militares sublevados cerraron aeropuertos, bloquearon puentes, sacaron tanques y helicópteros, ocuparon calles y televisiones y bombardearon el Parlamento de Ankara cuando todavía había diputados dentro. Tras una llamada a la acción por radio del presidente Erdogan, que casualmente se encontraba fuera del país, miles de personas salieron a enfrentarse a los militares. Causa de aquellos choques contra los soldados fue la muerte de 250 personas, la mayoría civiles.

Erdogan: “Este levantamiento es un gran regalo de Dios para nosotros”

Ya de madrugada se hizo oficial el fracaso del golpe de Estado y en cuestión de doce horas Erdogan recuperó el control de las instituciones y comenzó a buscar responsables. Al día siguiente, el presidente pudo aterrizar en Estambul y apareció en televisión dirigiendo unas palabras que ya podían entrever lo que después pasaría en el país aunque nadie se lo imaginara. “Este levantamiento es un gran regalo de Dios para nosotros. Porque el Ejército será limpiado. Pagarán un precio muy alto”, dijo Erdogan en una rueda de prensa.’

Pocos días después, el Parlamento aprobó el establecimiento del Estado de Excepción -que todavía sigue en vigor- que facilitó las detenciones y recibió muchas críticas por parte de la oposición que se quejaba que la medida buscaba restringir el respeto a los derechos humanos y a la libertad de expresión.

Pero lo cierto es que las advertencias de la oposición no se alejaron mucho de lo que al final fue una realidad. De hecho, según Amnistía Internacional, Turquía es el país del mundo en el que hay más periodistas en la cárcel. Bajo prisión hay más de 160.000 periodistas detenidos y 2.500 profesionales de la comunicación han perdido su trabajo a causa de las purgas provocadas por el golpe.

El referéndum le otorga más poder al presidente

A partir de la insurrección militar, Erdogan y su formación, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), no han hecho otra cosa que intentar controlar más de cerca las instituciones para blindarse en el poder. En abril del 2017, el AKP convocó un referéndum para reformar la constitución para darle más influencia y control a Erdogan. Al final los partidarios del presidente ganaron pero por un ajustado margen. El ‘no’ a las reformas ganó en las dos capitales del país, Ankara y Estambul, en la zona costera del Mediterráneo y en el Kurdistán turco. En cambio, el ‘sí’ se impuso en el centro de la península de la Anatolia y en las zonas rurales. El resultado final del referéndum dio la victoria a Erdogan con el 51% de los votos.

Entre las reformas que se aprobaron destacan la supresión del cargo de primer ministro y sus poderes se transfieren al presidente, el jefe del Estado nombra a cuatro de los trece miembros del Consejo Supremo de Jueces y Fiscales, el presidente puede bloquear leyes que salgan del Parlamento y la capacidad de disolverlo y convocar elecciones anticipadas cuando quiera.

Como ya dijo el presidente turco tras la insurrección, el golpe de Estado fue un “gran regalo de Dios” que ha permitido a Erdogan poder justificar su medidas autoritarias como reformas necesarias para hacer prevalecer el orden y la paz. Turquía se sumerge cada vez más en una deriva autoritaria que vulnera los derechos humanos y la libertad de expresión. Y lo que es peor, todo es legitimado en las urnas por una población sumergida en la política del miedo, en el temor por el intento de otro golpe de Estado que casualmente coja al presidente casi todopoderoso fuera del país.

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