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Corea del Norte: la pesadilla de Donald Trump

  • Adrià Huertas Vidal (@adriahuertas19)
  • 6 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, tiene varios frentes abiertos, pero sin duda el más delicado es su relación con Corea del Norte. Hasta ahora, la estrategia de Trump de utilizar a China para que presione a Corea del Norte y así regular su carrera armamentística está dando más o menos resultado. Pero un día, los intereses de China con el país norcoreano prevalecerán a los de Trump y será entonces cuando tenga que enfrentar el problema de Estado a Estado.

Y es que llegará un momento que la inteligencia estadounidense se enfrentará a un misil norcoreano lista para su lanzamiento, como siempre de prueba. En un artículo en The New York Times, el encargado del departamento de Asuntos Exteriores, Philip Gordon, se lo imaginaba como un momento clave que podría desembocar en una guerra: “Trump podría no hacer nada o podría destruir el misil de prueba bloqueando el camino armamentístico nuclear de Pyongyang como elemento de disuasión, haciendo cumplir su línea roja, y enviando un mensaje claro al resto del mundo”.

Si ese día llega, las consecuencias para Corea del Norte serían devastadoras. El autor del mismo artículo, Nicholas Kristof, defiende que el régimen norcoreano posee el cuarto ejército más grande del mundo con 21.000 equipos de artillería, muchos de ellos ubicados en Seúl, la capital de Corea del Sur. Según el comandante de fuerzas americanas surcoreanas, Gral Gary Luck, una nueva guerra coreana podría causar un millón de víctimas y un billón de dólares en daños. El antiguo subsecretario de Estado en el este asiático advierte, “no creo que haya ninguna acción militar plausible que no traiga con ella un posible conflicto catastrófico”.

En el mismo artículo, Kristof defiende que el ministro de Defensa, Jim Mattis, conoce la situación y que tanto él como otros mandatarios del gobierno de Trump se resisten a cualquier ataque preventivo. La preocupación por la respuesta de Corea del Norte provocó una huelga militar a Richard Nixon en 1969 después de que un avión de Estados Unidos fuera derribado por los norcoreanos matando a los 31 estadounidenses que viajaban a bordo. El armamento de Corea del Norte ha impedido a muchos presidentes americanos que lo ataquen cosa que ha permitido que el régimen norcoreano haya estado cruzando línea roja tras otra, desde la falsificación de billetes de cien dólares a la expansión de su programa electoral.

En un artículo de CS Monitor.com, su autor, Michael Hotz, sostiene que Corea del Norte está profundamente comprometida con mantener sus armas nucleares. Cerrar su programa armamentístico sería arriesgar la aniquilación del régimen, pero para mantenerlo en marcha corre el riesgo de desencadenar una devastadora guerra que podría tener millones de bajas. Además, Hotz mantiene la tesis que para el país norcoreano las armas nucleares son un medio, no solo un fin: “el gobierno espera que una poderosa disuasión nuclear proporcionara la seguridad que necesita para llevar a cabo reformas económicas sin la amenaza de una interferencia externa.

Por un lado, en un desfile militar anual en Pyongyang en conmemoración al cumpleaños del fundador Kim Ilung, Corea del Norte exhibió su arsenal ampliado, que incluía los misiles balísticos intercontinentales que algún día podrán ser capaces de alcanzar territorio estadounidense y los misiles de combustible sólido que podrían dispararse desde tierra y submarinos. En cambio, por otro lado, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, advirtió de una “abrumadora y efectiva respuesta estadounidense” a cualquier provocación del Corea del Norte. Pero los norcoreanos no parecen retroceder y se han mantenido en un estado casi de guerra desde la caída de la Unión Soviética, cuando el país perdió su mayor defensor y se vio vulnerable a ser atacada por Estados Unidos. “Pyongyang justifica enormes inversiones en armas nucleares al perpetuar una narración de amenaza inminente de fuerzas extranjeras” defiende Hotz.

Concluyendo, John Everard, en un artículo en la CNN, recuerda que, al principio de su presidencia, Donald Trump, encargó una revisión política sobre Corea del Norte. Pero que ahora la comunidad diplomática sugiere que aumente la presión sobre Pyongyang para que abandone su programa nuclear.

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