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Puigdemont no frena el plan

  • Anna Norte (@annanorte)
  • 24 may 2017
  • 2 Min. de lectura

Conferencia de Carles Puigdemont (LVE/Dani Duch)


La independencia de Cataluña será inmediata si no hay referéndum. Esta declaración afirmaba Puigdemont el lunes 22 en la conferencia "Un referéndum para Cataluña. Invitación a un acuerdo democrático", celebrada en el ayuntamiento de Madrid.

Con referéndum o sin él. La Generalitat ya tiene preparado el mecanismo para activar la secesión inmediata de Cataluña del resto de España si el Gobierno impide que se haga la consulta para la independencia, prevista para finales de septiembre.

A pesar que EL PAÍS publicó el borrador supuestamente “secreto” de la ley de transitoriedad jurídica, más conocida como Ley de ruptura, desde Junts Pel Sí y la CUP niegan que este borrador sea actual, presumiendo que las negociaciones de la ley están mucho más avanzadas, como así lo reconocía Jordi Turull de JxSI y dejando entrever que la única vía que tienen sobre la mesa es hacer el referéndum y la prioridad total es pactarlo con el Gobierno español.

Evidentemente, sin hacer caso de las continuas negativas, como la que vimos una vez más, en la sesión de control del Senado, con Mariano Rajoy obviando la petición de Puigdemont de acordar una consulta; los líderes independentistas creen que la única alternativa final será la de dotarse de los mecanismos legales que permitan celebrar el referéndum. Asimismo, habilitar las instituciones públicas catalanas de las herramientas para ejercer el derecho a la autodeterminación.

Es cierto que la estática posición de Rajoy comparando la voluntad de Puigdemont con actitudes de las “peores dictaduras” y acusando de chantaje y fraude el procés no es que sea la manera más conciliadora de acercarse al gobierno catalán, ¿pero de verdad alguien cree que tiene intención de acercar posiciones?

Poco se sabe de cómo va a desencallarse la situación política actual, mientras el presidente español sigue negando el dialogo, calificando de "disparate jurídico, político y social" la posible entrada en vigor de la Ley de Transitoriedad. El presidente sigue incrustado en la defensa del “Estado de derecho”, que, según él, el gobierno de Cataluña pretende liquidar; además continúa aferrándose a la idea de que la democracia es el mantenimiento de la unidad de España. Y digo yo, ¿qué hay más democrático que sentarse a negociar?

Cualesquiera que sean la viabilidad o imposibilidad de las propuestas de Puigdemont y su equipo, el Gobierno no debe atrincherarse en la inactividad: le corresponde contribuir a encauzar el problema y actuar. Indudablemente, hemos llegado a un nivel de deterioro político tan alto que ya es el escenario natural de los líderes políticos que se encargan de mantener las dos posiciones contrapuestas.


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