top of page

¿Por qué ha ganado Donald Trump?

  • Adrià Huertas Vidal
  • 9 nov 2016
  • 4 Min. de lectura

El resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos ha dado como ganador al candidato del Partido Republicano, Donald Trump, convirtiéndolo en el 45 presidente de EE.UU. Su victoria electoral ha sido toda una sorpresa puesto que su rival, la candidata del Partido Demócrata Hillary Clinton, se había mantenido como favorita en las encuestas hasta el final de la campaña. Tanto los partidarios de Trump, que veían poco probable la victoria del magnate, como los séquitos de Clinton, que veían imposible la victoria de tan extravagante candidato republicano, se han hecho las manos a la cabeza preguntándose cómo ha podido ocurrir. E aquí su respuesta:


Romper con el establishment (lo que en España sería el statu quo)

Desde un posicionamiento Trump se posicionó como el candidato antiélites, aunque el mismo forme parte de ella. Durante la campaña, el republicano prometió enfrentarse a unos poderes fácticos a los que la ciudadanía cada vez tiene más rabia. Este síndrome Robin Hood le ha costado caro al magnate con la pérdida de importantes donantes y el alejamiento de gran parte de los pesos pesados de su partido, pero a cambio consiguió conectar con una clase trabajadora golpeada por la globalización y que vive la política con desafección y resentimiento.


“Yo no soy un político. Los políticos no actúan. Yo soy el contrario” decía en alguna ocasión Trump para alejarse de la visión establecida de la élite de Washington siempre vinculada al mundo empresarial de Wall Street. Además prometió que no firmará el acuerdo TTIP con Europa, un acuerdo de libre comercio que había sido prioridad para la administración Obama, y aseguró que renegociaría el acuerdo NAFTA con Canadá y México.


Un nacionalismo blanco movilizado

Gran parte de la sociedad blanca ve con temor perder su lugar privilegiado en un país cada vez más diverso, por eso el ideario defendido por Trump durante la campaña ha conectado con ellos. “Haz de América un país grande de nuevo” era el contundente lema de una campaña dirigida a una clase social conservadora que le incomodaba que el hombre negro pudiese llegar a sentarse en el despacho Oval, que las personas del mismo sexo podían contraer matrimonio y millones de inmigrantes ‘sin papeles’ podían legalizar su situación.


A diferencia de Hillary, Trump logró movilizar a los suyos. Según los datos de la CNN, un 70% de los votantes fueron blancos, y de ellos un 58% se decidió por el republicano. Por el contrario, los votantes ‘no blancos’ han sido el 30% y, pese a que un 74% de ellos se decantó por los demócratas, no fue suficiente para ganar. Es cierto que Estados Unidos es cada vez menos blanco -algo que en un principio perjudicaría al partido republicano-, pero si el resto no sale a la calle a votar, de nada les sirve a los demócratas ser el favorito de las minorías.


Odio a Hillary

De nada sirvieron los cerca de 40 años de carrera política de la candidata demócrata. El 60% de los votantes tiene una opinión desfavorable de la ex secretaria de Estado. Y pese a que la impopularidad de Trump es del 58%, para muchos es una cara nueva, aire fresco.


Hillary Clinton es la personificación de la palabra establishment. Su nombre es el sinónimo de la política que se venía haciendo en Washington, muy vinculada al sector empresarial de Wall Street. Se la acusó de impertinente, de antipática y de poco carismática. Pero lo que realmente molesta de Clinton es el secretismo con el que gestionó su carrera política.


Su mayor debilidad durante esta campaña electoral fue el escándalo de los correos electrónicos basado en que la candidata utilizaba un servidor privado para gestionar sus mails durante su etapa como secretaria de Estado. Finalmente, el FBI rechazó encausarla al no detectar ningún riesgo para la seguridad nacional, pero el hecho de que se negara a usar la cuenta de correo electrónico proporcionada por el gobierno y prefiriera utilizar a su cuenta personal le hizo mucho daño.


Para parte de la población estadounidense, Clinton da la imagen de que está por encima de las instituciones, de que no trabaja por el bien de los Estados Unidos si no por el suyo propio. El hecho de que borrara “por error” 33.000 correos electrónicos que nunca han podido ser examinadas también desata las dudas sobre su gestión. Otro factor fue el episodio de neumonía que padecía a principios de septiembre donde solo el círculo más cercano estaba al corriente de su enfermedad.


El peso de las minorías

Según las primeras encuestas en los centros de votación hechas por el New York Times, Trump logró que su mensaje calase en los electores blancos sin estudios, que optaron en un 40% por su candidatura. A esto súmale los evangélicos, los cristianos fervientes votaron de forma masiva a Trump, con más del 81% de los votos en este grupo según informa el Washington Post.

También el magnate consiguió captar votos entre las mujeres, pese a sus mil y un descalificativos hacia ellas durante la campaña. Entre los conservadores el apoyo a Trump llegó al 78%.


Por otro lado, importan los votos perdidos por Clinton. La candidata demócrata no consiguió sumar el apoyo de las minorías negra, latina y asiática que respaldaron a Barack Obama en 2012. Además, los jóvenes apoyaron en muchos casos a terceros candidatos hasta el punto que entre el libertario Gary Johnson y la ecologista Jill Stein rescataron el 4% de los votos.


Con el paso de los días podremos analizar con más calma los motivos de la sorpresiva victoria de Donald Trump. De momento podemos avanzar que su particular discurso ‘antisistema’, su capacidad por movilizar a los votantes blancos y la falta de entusiasmo por su candidata rival decantó la balanza a su favor.

Comments


© 2023 por "Lo Justo". Creado con Wix.com

bottom of page