Yo soy 'xenófilo'
- Adrià Huertas Vidal
- 23 mar 2016
- 2 Min. de lectura

Los atentados en Bruselas del pasado 22 de marzo tienen nombre y apellidos: Estado Islámico. El ISIS ha reivindicado ser el causante de esta tragedia, y sus motivos ya los sabemos. No nos hace falta ni comunicados de prensa ni vídeos atributivos del atentado. No estamos ni en la tercera guerra mundial ni viviendo un ‘choque de civilizaciones’. Oriente no ha declarado la guerra a Occidente. No englobemos en la cultura oriental todos aquellos actos yihadistas o la islamofobia y el racismo volverán a crecer como malas hierbas en los cimientos de los valores occidentales que tanto nos ha costado aprender.
No quiero ser más una ciudad. Ni #JeSuisParis ni #JeSuisBruxelles. Las ciudades existen para estar no para ser. Y en caso de tener que solidarizarme con un territorio, quiero también ser Lesbos, Idomeni, Jordania, Yemen, Siria, Estambul… Si el Estado Islámico ha vuelto a atentar en Europa es porque sabe que las muertes en casa nos duelen más que las muertes en Turquía, en Siria o en Iraq. Pero la empatía con el dolor ajeno es una virtud que quienes reinan el Primer Mundo han extirpado de sus almas.
Más allá de combatir al Daesh, hay que hacer también un ejercicio de introspección en Europa. Saber claramente que nuestro enemigo, el que está poniendo las bombas en nuestros aeropuertos y estaciones de metro, es un grupo terrorista. No es ni una religión ni un país. Creerme si os digo que en nombre del Estado Islámico han muerto más musulmanes que cristianos. Tenemos que combatir lo que ISIS quiere que crezca en el seno de nuestra civilización, el odio xenófobo y racista hacía ellos les justificará para hacer su guerra contra nosotros. Estas malas hierbas ya están brotando y consiguiendo cada vez más apoyo en Europa y Estados Unidos.
Más allá de combatir el yihadismo hay que combatir la hipocresía de la ‘solidaridad sin fronteras’. Más pronto que tarde volveremos a escuchar de la boca de los principales mandatarios estatales esta expresión tan bonita como incoherente. Nos hablarán de compartir el duelo, de la cooperación de servicios de inteligencia de diferentes países para hacer frente al yihadismo. Ojalá la misma ‘solidaridad sin fronteras’ que veremos durante estos días con respecto a los atentados de Bruselas, la veamos reflejada en la crisis de los refugiados. No hay que olvidar que todas aquellas personas que están huyendo de Siria e Iraq que se encuentran en el barrizal de Idomeni lo hacen con las mismas caras de miedo y desesperación que pudimos ver en los ciudadanos belgas en el aeropuerto y el metro de Bruselas.
Por todo ello me declaro xenófilo. ¿No sabemos lo que es? Significa ‘amor por el extranjero’. Es lo contrario a la xenofobia, que significa ‘odio al extranjero’. Hasta cierto punto es normal que no la conozcas, es una palabra que no está muy instaurada en nuestro vocabulario. Ni si quiera está aceptada en nuestro diccionario. Pero en cambio ‘xenófobo’ sí. La lengua de una civilización es un reflejo de su cultura. Quizá seamos más racistas de lo que nos pensamos.
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