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La deshumanización de Europa

  • Foto del escritor: Admin
    Admin
  • 9 mar 2016
  • 3 Min. de lectura

La crisis de refugiados está poniendo en jaque no solo el pragmatismo de las instituciones de la Unión Europea sino también los valores humanos de sus gobernantes. Por lo que muchos nos preguntamos si la UE está fallando como organización interestatal y sus valores nativos plasmados en la Convención de Ginebra de 1949 que comprendía todo lo relativo a la protección de personas civiles en tiempo de guerra. Mientras, y debido a que Macedonia cerrará su frontera con Grecia, multitud de refugiados siguen acampados durmiendo en el barro sin información sobre cómo se está tramitando su situación. Entre ellos, niños cuya única culpa es haber nacido en un país en guerra, tablero de ajedrez de las grandes potencias. La situación en la frontera es insostenible y quita el brillo en los ojos de cualquier persona.



A principio de marzo de este año, el primer ministro holandés, Mark Rutte; la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, se reunieron para debatir sobre la posibilidad de repatriar a sirianos e iraquíes, un retorno que contradice los principios de la Convención de Ginebra. Además, los líderes de la Unión Europea alcanzaron un principio de acuerdo sobre las reclamaciones de Turquía para frenar el flujo de inmigrantes irregulares y refugiados hacia Europa. Los 28 países miembros no dudaron en aceptar la deportación de sirios pese a venir de un país en conflicto dejando al margen su derecho de solicitar asilo para recibir protección internacional.



Fuentes europeas admitieron que las nuevas ideas turcas fueron pactadas en secreto entre Davutoglu, Mekel y Rutte, cuyo país ocupa la presidencia de turno del Consejo de la UE. Por un lado, la UE pidió a Turquía que se comprometiera a gestionar su frontera para reducir la cifra de inmigrantes que lleguen a territorio europeo con el objetivo de “evitar que las personas arriesguen su vida y su dinero” al tratar con los contrabandistas turcos que les ayudan a llegar a Europa mediante Grecia. Por otro lado, la UE aceptó adelantar la liberación de visados e invertir 3.000 millones de euros para los refugiados de cara a 2016 y 2017.


Mientras, la Unión Europea sigue manifestando su incapacidad de reubicar 160.000 refugiados que llegan a Grecia e Italia, de los cuales solo se han distribuido 660. Llamarme incrédulo, pero me cuesta creer que los 28 países miembros de la UE sean incapaces de asimilar este flujo de personas. Según ACNUR, Pakistán, Líbano, Irán, Jordania y Turquía acogen a más de 4,5 millones de solicitudes de asilo que representan el 95% del total de refugiados sirios. Además, es significativo que el 25% de la población del Líbano son refugiados en un país cuya población tiene solo una quinta parte de la riqueza de la Unión Europea. Estos datos dan lugar a la reflexión sobre si la Unión Europea no puede o no quiere ofrecer una solución viable para ayudar a tantos refugiados.


El espacio Shengen es un valor de la Unión Europea que también está pagando un alto precio debido a la crisis migratoria, hasta el punto que se ha puesto sobre la mesa su desmantelamiento. Una desintegración que la Comisión Europea ha estimado que tendría un coste de entre 7.000 y 18.000 millones anuales del PIB europeo. Por ello, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, endureció su discurso para aludir a la crisis migratoria. Tusk apeló a “todos los potenciales migrantes económicos ilegales” que pretendan alcanzar la UE que no vengan a Europa, no crean a los traficantes y no arriesguen sus vidas, con el objetivo de repudiar a todas aquellas personas que no sean sirios o iraquíes de cruzar el Mediterráneo. Como si pudiera convencer a un afgano de no luchar por su vida y la de sus seres queridos porque Tusk se lo recomiende. Si los europeos estuviéramos en su misma situación, nos aliaríamos con el mismo diablo para poder cruzar el Mediterráneo y salvar nuestras vidas.


En comparación con estas cifras, el Eurostat publicó que en el tercer trimestre de 2015 hasta 413.800 personas solicitaron protección internacional a los Estados miembros de la UE. Datos que duplicaban las cifras respecto al año anterior y aumenta las solicitudes sin resolver a más de 80.000.



La crisis de refugiados es un tema que está poniendo en jaque a la funcionalidad y la finalidad de las instituciones europeas pero al mismo tiempo pone de manifiesto una crisis humanitaria de las más altas esferas europeas más preocupadas de mantener el equilibrio cultural y económico que de ofrecer ayuda humanitaria. El conflicto migratorio evidencia la ineficacia de los mecanismos adoptados por la UE y la desunión que existe entre los países miembros no solo en cuestiones internas sino también en políticas externas. Si más no, la UE solo está afrontando una pequeña parte de esta crisis humanitaria, la más grave después de la Segunda Guerra Mundial.

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